El terror de volver a vivirlo

La venezolana Fabiola Ferrero se propuso, junto a un colectivo de 11 mujeres fotógrafas de América Latina, mostrar cómo el hambre afecta a ciudadanos de la región, en el marco de la crisis generada por la pandemia. En su caso, trabajó con migrantes venezolanos en Bogotá. Esta galería de imágenes y manuscritos es el resultado de su inmersión en esas vidas castigadas nuevamente por el hambre.
Fotografías y textos Fabiola Ferrero 18 / Jun / 2020

Carlos Monasterio entró un día a su casa en Valencia, al centro norte de Venezuela, y vio a su esposa, Maite, desmayada en el suelo. No había comido en días. “Me aterra volver a vivirlo”, dice. Ambos llegaron a Bogotá hace un año tratando de escapar del hambre. Hoy, con la cuarentena, reviven el miedo que creían en el pasado, esta vez con ella embarazada de seis meses.

Uno de cada tres venezolanos no tiene suficiente para comer, dice la Organización de las Naciones Unidas. Y para más de 1,8 millones, Colombia fue la mejor opción para escapar de esa realidad. Ahora, el confinamiento les impide trabajar.

La gran mayoría de los venezolanos en Colombia trabaja en actividades informales y depende de ingresos diarios, lo que los hace muy vulnerables en este momento de crisis global. Muchos llegaron los últimos años escapando de la inflación, el hambre y la delincuencia. Esos recuerdos aún están frescos en su memoria.

Para documentar la falta de acceso a los alimentos, entregué cuadernos a un grupo de migrantes venezolanos pidiéndoles que llevaran un registro de sus comidas diarias. Después de unos días, volví a fotografiarlos. En el diario de Alejandro Carrero, por ejemplo, se lee la palabra “nada” en desayunos y almuerzos de tres días seguidos. Al lado de la cena escribió “arroz con papas”.

A través de una serie de retratos, imágenes de su comida y espacios, y de notas del diario que escribieron a solicitud mía, este proyecto de colaboración tiene como objetivo mostrar cómo el hambre afecta a aquellos que huyeron de la mayor crisis económica en América Latina, que deseaban una segunda oportunidad y que les ha tocado enfrentar una situación similar nuevamente.

Este es un capítulo de un proyecto colectivo más grande emprendido por 11 mujeres fotógrafas de América Latina, que documentan la cadena alimentaria en la región y cómo ha sido afectada por la covid-19.

María Carolina Heredia, de 34 años, posa para un retrato dentro de su habitación en Bogotá, Colombia. Llegó de Valencia y allá dejó a su hijo de 11 años, quien sufre de autismo.
Maite y Zuleidy caminan en una calle vacía de Bogotá. Tocan puertas pidiendo comida o cualquier mueble que puedan llevar. Se conocieron en una comunidad de migrantes en la capital colombiana. Maite tiene 5 meses de embarazo.
El migrante venezolano Carlos Monasterio descansa en su cama dentro de su habitación en Las Cruces, Bogotá. "Una vez, cuando estaba en Caracas, vi a mi esposa en el piso, había pasado hambre. Estoy aterrorizado de que eso vuelva a suceder", dice.
Diario de María Carolina Heredia.
Un grupo de personas se amontonan en la comunidad de Villa Diana, en las afueras de Bogotá, para recibir comida de una organización católica.
Dentro de la casa de Darío González, un joven migrante de la comunidad de Santa Fe. Recibió una bolsa de ayuda de una institución católica.
Partes del diario del migrante venezolano Alejandro Carrero.
Yuskary Ramos con su esposo y su hijo, de Valencia, posan para un retrato dentro de su habitación en Bogotá, Colombia. Viven en un edificio que se paga por noche.
Luis tatúa a un joven dentro de su habitación. A pesar de la cuarentena, continúa trabajando porque es el que lleva comida a su edificio para compartir con el resto de los migrantes venezolanos.
Diario de Henrixy Sánchez.
Algunos de los alimentos que el migrante venezolano Angel Correa, de 26 años, tiene dentro de su habitación. En estos edificios, las personas mantienen su comida en las habitaciones y no tienen nevera, por lo que la guardan en cualquier espacio que tengan disponible.
Henrixy Sánchez, de 27 años, posa para un retrato dentro de su habitación en Bogotá. Ella y su pareja, Ángel Correa, llegaron desde Macaray dos semanas antes de que empezara la cuarentena en Colombia, por lo que no tuvieron tiempo de conseguir trabajo.
Diario de Katherine Roa.
Yusleidy González sostiene una bolsa con manzanas, lo único que consiguió ese día para comer. Ella tiene 3 hijas y está embarazada de una cuarta.
Yusleidy González, de 25 años, en su cama con sus hijas. Llegó a Colombia hace 10 meses desde el estado venezolano de Yaracuy.

Este trabajo fue apoyado por el Fondo de Emergencia para Periodistas por covid-19 de National Geographic Society.

 

 

 

Número de lecturas: 1547